miércoles, 7 de marzo de 2012

tarea de ciencias sociales

Biografía



Voltaire (Francois-Mrie Arouet) nació en Paris en 1694.

Se dice que la falta de amor materno ( ya que esta fallecio cuando el era muy chico) fue lo que dio como fruto a su critica aguda y su pluma tan burlona.

Estudio un colegio jesuita ( Louis-le-Grand ) durante el reinado de Luis XIV. El filosofo guarda un mal recuerdo de esta formación religiosa y es de donde mas tarde surge su actitud frente a la Iglesia, a sus instituciones y sus dogmas.

Voltaire se apasiona por la literatura y frecuenta lugares de reunión de artistas e intelectuales, lo cual lo lleva a tomar una actitud pensante ante la realidad

Juventud

Voltaire escribe una critica satirica sobre la forma de gobernar de el Duque de Orleáns por lo cual lo llevan preso en la Bastilla durante un año.

Más tarde, en una disputa con el noble De Rohan termina nuevamente en la Bastilla y finalmente en el destierro, por lo cual decide irse a Londres.

Allí se codea con la elite literaria, científica e intelectual y cuando regresa a Francia, cinco años después, difunde las ideas políticas y científicas progresistas de pensadores ingleses como Newton y Locke.

Cartas filosóficas, expresa su defensa hacia la libertad religiosa e ideológica, acusando al cristianismo de generar fanatismo.

Escapando de la orden de detención surgida por esta crítica, Voltaire se refugia en el castillo de Madame Chatelet, con quien tendrá una larga relación amorosa y con quien trabajará en una obra sobre el pensamiento de Newton llamada La filosofía de Newton.

Gracias a la influencia de la marquesa de Pompadour, Voltaire se convierte en uno de los preferidos de la Corte.

Es nombrado historiador de Francia y más tarde caballero de la Cámara Real.

Escribe el Poème de Fontenoy (1745), y El siglo de Luis XV, estas dos obras marcan el inicio de la relación de Voltaire con la corte de Luis XV.

Cuando muere Madame de Châtelet en 1749, el pensador viaja a Berlín invitado por Federico II, pero terminan llevándose mal por que sus ideas se oponían y a Federico no le agradaba la

Muere el 30 de mayo de ese mismo año

Filosofía de la historia

La filosofía de la historia de Montesquieu minimiza el papel de los individuos y los eventos. Presenta su punto de vista en Considérations sur les causes de la grandeur des Romains et de leur décadence que cada evento histórico fue inspirado por un evento, movimiento, en especial. «Si una causa en particular, tal como el resultado accidental de una batalla, ha arruinado a un estado, entonces existió una causa general que fue la que determinó la caída de dicho estado como consecuencia de una sola batalla».[2]
Montesquieu ejemplificaba este principio con situaciones de la historia de Roma. Al analizar la transición de la República al Imperio, Montesquieu sugería que si César y Pompeyo no hubieran trabajado para usurpar el gobierno de la República, otros hombres lo habrían hecho. La causa no fue la ambición de César o Pompeyo, sino la ambición del hombre.

 Julien Offray de La Mettrie
Después de estudiar teología en las escuelas jansenistas durante algunos años, súbitamente decidió adoptar la profesión de la medicina. En 1733 fue a Leiden para cursar estudios bajo la tutela de Boerhaave, y en 1742 regresó a París, donde obtuvo el empleo de cirujano militar.
Durante una fiebre hizo observaciones sobre sí mismo sobre la acción del pulso acelerado en el pensamiento, lo que le llevó a concluir que los fenómenos físicos eran los mismos cambios orgánicos en el cerebro y en el sistema nervioso. Esta conclusión la trabajó en uno de sus primeros escritos filosóficos, la “Historia natural del alma” (1745). Tal impacto tuvo su publicación que La Mettrie tuvo que refugiarse en Leiden, donde desarrolló sus teorías con gran originalidad y de la manera más completa y atrevida, en “El Hombre Máquina”, y “El Hombre Planta”, tratados consistentemente materialistas.
La ética de estos principios fue trabajada en el “Discurso sobre la felicidad” y “El arte de Gozar o La escuela de la Voluptuosidad”, donde propone que el final de la vida se encuentra en los placeres de los sentidos, y que la virtud puede reducirse a amor propio. El ateísmo es la única manera de asegurar la felicidad del mundo, que ha sido hecha imposible por las guerras de los teólogos, bajo la excusa de un "alma" inexistente. Cuando la muerte llega, la “farsa se acaba” (la farce est jouée), así que tomemos el placer mientras podamos. Tan fuerte fue la reacción contra La Mettrie y su pensamiento que éste se vio obligado a salir de los Países Bajos, para radicarse en Berlín, donde Federico el Grande no sólo le permitió continuar su práctica médica, sino que lo tituló lector de la corte. Allí La Mettrie escribió su libro principal “Discurso sobre la felicidad” (1748), que le valió el rechazo de los líderes de la ilustración como Voltaire, Diderot, y D'Holbach.


Denis Diderot nació el 5 de octubre de 1713 en Langres (Francia). Comenzó su educación en el colegio jesuita, consiguiendo ser maestro de artes en grado de filosofía a los 19 años (1732).
Estudió leyes, en contra de la opinión de su padre, el cual quería que su hijo ingresara en el clero. Cuando, a los 21 años (1734), Diderot le habló a su padre su deseo de ser escritor, éste lo rechazó y Denis inició una vida bohemia que duraría 10 años.
A los 30 años (1743), Diderot se casó con Antoinette Champion, una costurera muy católica. Debido a la clase social a la cual pertenecía la mujer, el enlace fue considerado inapropiado, pues además Champion tenía poca educación y carecía de dote. A pesar de ello, Diderot y Antoinette tuvieron una hija: Angelique Diderot.
Cuando la hermana monja de Diderot falleció, la opinión de éste sobre la religión se vio afectada. A pesar de ello, fue reconocido por sus obras y fue escogido miembro de la Academia Francesa. No se enriqueció por sus obras, prueba de ello es que tuvo que vender su biblioteca para poderle ofrecer un dote a su hija Angelique. Fue Catalina II de Rusia, una activa escritora de cartas a Madame Geoffrin, quien mandó comprar la biblioteca cuando conoció las estrecheces económicas de Diderot debido a que tenían un amigo en común: Grimm.
En el invierno de 1773, con 60 años, Diderot fue invitado a la corte de San Petersburgo. Allí pasó varios meses como consejero de la zarina, y se han contado anécdotas, no contrastadas, sobre sus relaciones posibles. Pero sí quedan las maravillosas Cartas a Sophie Volland, escritas a su gran amiga a lo largo de muchos años: ese es el testimonio de un gran feminista, defensor de la abolición de la esclavitud, y creador de las mayores paradojas de la literatura europea.
Diderot murió en París (Francia) por problemas gastrointestinales el 31 de julio de 1784. Tenía 70 años.

Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la Ilustración;[3] a través de su Contrato Social, hizo surgir una nueva política.[4] Esta nueva política está basada en la volonté générale, voluntad general, y en el pueblo como soberano. Expone que la única forma de gobierno legal será aquella de un estado republicano, donde todo el pueblo legisle; independientemente de la forma de gobierno, ya sea una monarquía o una aristocracia, no debe afectar la legitimidad del Estado.[5] Rousseau le da gran importancia al tamaño del Estado, debido que una vez la población del estado crece, entonces la voluntad de cada individuo es menos representada en la voluntad general, de modo que mientras mayor sea el estado su gobierno debe ser más eficaz para evitar la desobediencia a esa voluntad general.[6]
En sus estudios políticos y sociales Rousseau desarrolló un esquema social en el cual el poder recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y sobrevivir como conjunto sin necesidad de un último líder que fuese la autoridad. Es una propuesta que se fundamenta en la libertad natural con la cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre. En El Contrato Social, Rousseau argumenta que el poder que rige a la sociedad es la voluntad general que mira por el bien común de todos los ciudadanos.[7] Este poder sólo toma vigencia cuando cada uno de los miembros de una sociedad se une mediante asociación bajo la condición, según expone Rousseau, de que “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo.”[8] En fin, Rousseau plantea que la asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger, con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a sí mismo, y quede tan libre como antes.”[8]




 

Últimas obras de Kant

Kant publicó una segunda edición de la Crítica de la razón pura en 1787, revisando en profundidad las primeras partes del libro. La mayoría de sus posteriores obras se centraron en otras áreas de la filosofía. Continuó desarrollando su filosofía moral, especialmente en la Crítica de la razón práctica (Kritik der praktischen Vernunft, conocida como la segunda Crítica) de 1788 y la Metafísica de las costumbres (Metaphysik der Sitten) de 1797. La Crítica del juicio (Kritik der Urteilskraft, la tercera Crítica) de 1790 aplicaba el sistema kantiano a la Estética y la teleología. También escribió varios ensayos algo populares sobre historia, religión, política y otros temas. Estas obras fueron bien recibidas por los contemporáneos de Kant y confirmaron su posición preeminente en la filosofía del siglo XVIII. Había varias revistas dedicadas únicamente a defender y criticar la filosofía kantiana. Pero, a pesar de su éxito, las tendencias filosóficas se movían en otra dirección. Muchos de los discípulos más importantes de Kant (incluyendo a Reinhold, Beck y Fichte) transformaron la posición kantiana en formas de idealismo cada vez más radicales. Esto marcó la aparición del Idealismo alemán. Kant se opuso a estos desarrollos y denunció públicamente a Fichte en una carta abierta[9] en 1799. Fue uno de sus últimos actos filosóficos. La salud de Kant, mala desde hacía mucho tiempo, empeoró, y murió en Königsberg el 12 de febrero de 1804, murmurando la palabra «Genug» («suficiente», «basta») antes de expirar.[10] Su inacabada obra final, el fragmentario Opus postumum, fue (como su título sugiere) publicada póstumamente.

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